Educación
entendida como un proceso de aprendizaje constante que no solo se desarrolla en
la escuela, y como diría Freire “la educación verdadera es praxis, reflexión y
acción del hombre sobre el mundo para transformarlo”, siguiendo con este autor
una educación en términos revolucionarios y liberadores, donde el educando
mediante esta educación es una persona
que va abriendo sus puertas a la realidad social, política y económica, sin
olvidarse de ninguna de ellas. Educación como un “acto de amor y, por tanto, un
acto de valor”
Arte
entendido, según la definición dada en clase, como la forma de comunicación
simbólica mediante la cual el artista representa y ordena objetos, signos,
sonidos o hechos de manera que probablemente implique significados o despierte
emociones.
Educación y
arte se unen justo en el momento en que se adhiere el sentimiento a la realidad
y la realidad al sentimiento. Nada tiene de educación un acto que no se
desarrolle desde el corazón, desde los intereses despertados en la medida en
que la persona va interactuando con el mundo. Y por eso de nada sirve la
educación sin arte. Y no solo hablamos de la educación formal, que también,
pero centrándonos en nuestro ámbito sabemos que el arte es un recurso que puede
despertar sentimientos que llegan al interior de las personas y desde ese
interior transformar la realidad.
Tras la
lectura de diversos artículos sabemos, con más detalle, que el arte es una
herramienta que el educador social debería utilizar en su tarea profesional,
así se nos va explicando a través de estos textos trabajados posteriormente en clase. Estos nos dan pistas de como
el arte ayuda a un colectivo a incorporarse de nuevo en una sociedad de la que
han sido excluidos, es un medio que propicia la luchar por un desarrollo más
humanizador y más humanizante, el arte es así una forma de llegar al propio
interior y desde allí conocerse y empezar a aprender cómo actuar frente las
situaciones que nos plantea la vida. Arte entendido también con una función terapéutica,
sanadora y reconstruyente; como arma transformadora de la sociedad que es capaz
de darle a los individuos el papel que se merecen, el de sujeto y protagonista
de las acciones que se van desempeñando a su alrededor, es decir, un sujeto que
participa. Participación como un proceso que no acaba con la finalización de la
intervención del profesional en el sujeto si no que se consigue llevar a cabo
en todas las áreas en las que el ser humano se va desarrollando, como un
derecho y una obligación de todo ciudadano. Arte como mecanismo de
empoderamiento y capacitación, arte como sinónimo de libertad e independencia,
para vivir así en una sociedad justa, libre e igualitaria en la que ningún
individuo sea dependiente de ninguna institución, en la que el trato siempre sea
horizontal, desterrando totalmente las jerarquías verticales en las que unos están
por encima de otros. Con todo esto el arte va creando una identidad colectiva,
en la que se es y se crece en la medida en que te interrelaciones con el resto
de la sociedad y sin olvidar nunca que la persona es singular y por eso se
potenciarán también las capacidades propias e individuales.
Sin lugar a
duda, si de algo nos olvidamos cuando desterramos el arte de la educación es
la CREATIVIDAD. Creatividad con mayúsculas, porque no hay nada tan poderoso,
tan maravilloso, tan fascinante que ver a alguien crear. Crear su espacio, sus
sueños, su vida… Por desgracia, la sociedad nos ha enseñado a asustarnos y huir
de nuestras ideas, de nuestras grandes ideas y esto, como dice Punset es una
excusa para no pensar, porque la creatividad justo va de eso: de pensar sintiendo,
de unir el mundo cognitivo con el mundo de las emociones. Es verdad que hemos
creado y nos hemos equivocado pero, justo para eso existe el futuro, así que “la
única manera de retar al pasado es crear una idea tan poderosa que nos inspire”.
Podría
resumir de muchas formas todo lo que he dicho hasta aquí, pero sin lugar a
dudas si leo este fragmento no encuentro palabras que concluyan mejor que la
educación es arte y el arte siempre será educación:
“La educación
estética, entendida como formación de la capacidad perceptiva y vivencial, es
la premisa decisiva para una responsabilidad perceptiva y una percepción
responsable del mundo natural y del entorno humano. Si nuestro juicio estético
no estuviera atrofiado por la degeneración de la capacidad perceptiva y
vivencial, entonces la destrucción violenta por parte de nuestro sistema
industrial no podría haber tenido la magnitud que tuvo” (Klaus Michael
Meyer-Abich: “Dreissig Thesen zur praktischen Naturphilosophie”, “Treinta tesis sobre la filosofía práctica de la naturaleza”,
en: “Ethik der Wissenschaften”, “Ética de las
ciencias”, Munich 1986, pág. 105).
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